Geometrías de pintura embebidas de figuraciones interiores
Biel Mesquida
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Mais les ténèbres sont elles-mêmes des toiles

Où vivent, jaillissant de mon oeil par milliers,
Des êtres disparus aux regards familiers.
Baudelaire


C- Haré cuadros de palabras con pensamientos diluidos entre las letras para poder expresar algunos de los goces que me producen los cuadros de Concha Sampol, expuestos en Espai d’Art Miquela Nicolau en Felanitx en este mes de abril de 2008. Los aforismos son síntomas de arteriosclerosis mental, decía el amigo Vladimir Nabokov en una de sus Strong Opinions, y ello siempre me ha llevado a dar vueltas y más vueltas para cazar una idea verdadera. Por eso en mis rodeos, en mis pérdidas encontraréis algunas de las vibraciones sensitivas que en mí ha despertado la pintura de C. S. Y no es poco que un cuerpo humano tiemble con las energías visuales –y táctiles– que estas obras desprenden.


O- No es cierto que la tierra sea marrón o rojiza o blanquecina o grisácea; no es cierto que el cielo sea azulado, lechoso, negruzco, alademosca, vinoso; no es cierto que el mar sea marino, azulón, algoso, cabrachoso, nochepardusco. Hay que dejarse impregnar por las coloraciones de los pigmentos esparcidos con mano sensual por C. S. para comenzar a saber que el ojo debe aprender a pintar el mundo de otras formas nuevas. El espacio del cuadro pasa a ser zona de meditación en este sentido de esfuerzo y aprendizaje hacia el placer que han descrito los poetas pintores orientales del XVII y el XVIII. El significante sin significado podría ser otra grafía para nombrar la perfección de los sismogramas volcánicos, tan geométricamente justos como la exactitud de un razonamiento matemático, que se rasgan por las embestidas de los pigmentos incandescentes que quieren expresar.


N- Los cuadros sólo abren el orden de la belleza a la mirada que sabe penetrarlos. A primera vista tan sólo se ve el envoltorio aparente de una estructura que requiere un lento repaso, con la calma de los contempladores. La esmerada geometría que la pintora ha dibujado puede ser una trampa. Lo es. Quien quiera adentrarse en las navegaciones aventureras por las telas de C. S. ha de saber de tactos y contactos y del oficio inteligente de las manos que han hecho aquellas capas y capas de pinturas (hay cuadros que pesan tantos kilos que podrían ser esculturas), y polvo de mármol y de látex y de carborúndum y de collages y de arañazos y estirajones y de incisiones y de pérdidas (todo queda dicho en la delicadeza, a veces abrupta, de los silencios), en una búsqueda continua de una mayor significación (o de su ausencia). Aquí ya se abren las rendijas que me permiten extraer los detalles de los cuadros hacia experiencias sensoriales desconocidas.


C- Encuadra el mundo, su mundo, porque es una buscadora del orden: sendero de la razón hacia la belleza. Sin embargo ella sabe que tan sólo si deja en libertad sus zonas oscuras, sus fallas interiores, sus propias hondonadas, sus tormentas, sus abismos y sus naufragios (para dar algunos nombres al pathos interior) encontrará los colores donde anidan las verdades que nos pueden ayudar a vivir. Es en esta ambivalencia en la que se hace la obra, en la que se presenta en todo su esplendor para nombrarse: la cuadrícula de una geometría muy aparente que cartografía su mundo se ve cruzada de gestos rompedores (desde el frottage a las incisiones, desde una cruz de Tàpies a un cuadrado de Malevitx, desde un azulón de Gelabert a unas paralelas y verticales de Cully). Y es en esta tensión entre contrarios donde la obra se nos abre de par en par.


H- Ahora, época de crisis mundial y sequía cultural, los sujetos (sí, los humanos robotizados por las técnicas más sofisticadas del capital, las religiones y otras sectas mortíferas) buscan en el arte y la literatura (a modo de indicación de dos formas culturales de todos los tiempos) un clavo que arde a la altura de sus angustias y de sus miedos. Y que, con las herramientas, las técnicas y los procedimientos específicos de la una y la otra, les digan cosas que no pueden saberse de otra manera. Basta con mirar las pinturas de Altamira o de Lascaux y los textos chinos y sumerios para entenderlo de inmediato. La pintura de C. S. se encuentra en estas búsquedas profundas en las que a través de unas telas y unas materias del mundo y, sobre todo, con mucha tecné creadora, se hace una sopa primigenia inventada adrede: un alfabeto inventado. La pintora nos despliega en sus obras (muy diversas y diferentes) todo un espacio de contemplación que nos interroga, nos acompaña. Como cuando miramos un paisaje. Sí, C. S. pinta paisajes del alma.


A- ¿Cuántas veredas sensoriales se han abierto después de ver los cuadros de C. S.? ¿Qué ventanas de horror se han cerrado después de pasearme entre este jardín de visiones que entapizan el sentir con coloraciones del pensamiento? ¿Es en la os¬curidad de los gestos, tan contenidos y tan libres, que se esconden, o entre las geo¬metrías purísimas, donde hallo los remedios de la herida? C. S. ofrece unos mapas donde perderse, unas orientaciones hacia salidas imposibles, una constelación de fisuras en la que hay que encontrar el foco exacto para que mane el prodigio.

Telloc, 18 de març de 2008

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