De diez a diez
Ramon Canet
VER EXPOSICIÓN


Son las diez de la mañana. El estudio de Concha vive un orden al cual no estoy nada acostumbrado. Hay mucha luz en la parte alta de Barcelona. Un caballete, cada pintura en su sitio y una mesa para los trabajos reposados. La pulcritud gobierna el espacio. Todo está calculado. El entorno traduce una gran preocupación estética. Ya veremos como nada de esto será extraño en la obra.

Empezamos a hablar de la pintura. De repente, parece como si estuviéramos en la escuela, cuando nos parábamos delante del trabajo de los demás y compartíamos experiencias, antes de tomar caminos tan y tan solitarios. Hace más de treinta años que conozco a Concha. Desde entonces la he visto pintar. La he perdido y la he vuelto a encontrar. Era y es una mujer inquieta, tan vividora como voluntariosa y aplicada. Elegante y muy pintora. Desde el principio se hizo con un buen oficio.


Quizás, como reacción a sus habilidades innatas, ha ido imponiendo limitaciones a su expresión. Fuera anécdotas, fuera demasiadas referencias y fuera concesiones, sobretodo fuera concesiones a si misma. Hablamos de pintura, con ella que tiene un lenguaje puramente pictórico. La racionalidad pesa. Desde la razón, busca la belleza. Los formatos son prudentes: una limitación más, una concesión menos. No busca ni se refugia en el efectismo. Lucha por una "obra bien hecha". Y lo consigue con muy pocos medios. Como a su alrededor, también en la obra todo está calculado: el gramaje justo del papel, el tono adecuado del color, la textura: precisa y la composición muy estudiada. Desde el fondo, bien trabajado, a cada uno de los elementos de la composición, nos invita a recorrer la obra. Por allí donde ella quiere. Son muchas sutilezas que permiten descubrir. el proceso de realización.


A los pintores nos gusta ver como está hecha la obra. En este sentido, la pintura de Concha es bien transparente: se puede ver como crece el cuadro. También a ella la he visto crecer. A fuerza de una gran autoexigencia, cada vez es más sobria, más concreta.

Hemos hablado de pintura, hemos ido a comer, a ver la exposición de Ramon Casas, a la inauguración del bar de un amiga. De diez a diez. Vuelvo a Palma. Pienso en la pintura. Me vienen a la cabeza aquellas obras que, sin pretenderlo, hice un poco mías. Son, creo, las que abrirán camino a Concha. Son las que nos hablan, no solo de su presente, sino sobretodo de su futuro.

Palma, febrero 2001

    2014 Concha Sampol  |  Designed by Calma Civic Media